Esto es un "cadáver exquisito" que hicimos las Tías Solteronas una tarde, después de visitar una casa en un campo cerca del pueblo de Dai (Roque Pérez). Por ser un cadáver exquisito tiene algunos errores de redacción, pero deja bastante en claro las sensaciones que transitamos ese día.

Fractura de dos mundos. Techos altos, sostiene Pereyra.
Belleza de los ciclos, así como lo infinito entra en mi piel.
El sol que me lastima y me nutre, me seca, frío.
Nunca entenderé porque el miedo me invade y me paraliza, me eriza, verlas
ahí, tan contundentes en su ausencia.
Se abre la puerta, no hay nadie detrás, el viento que fluye sin destino,
tratando de borrar olores impregnados de donde emergen recuerdos que quieren ser
olvidados.
Humo alrededor de mis pies, sin firmeza transitamos la casa que a cada paso
habla.
Clara habla! Grita Celina.
Sale corriendo y se cae, el piso se rompe, la madera estaba vieja y
húmeda.
YA! es éste instante que me empapa, me nutre y se muere.
Me sala, me ahujerea, me quema.
Lo quiero apagar y no puedo, porque ese calor es generado por el miedo, la
desesperacióm del encierro.
Más contundencia, en el aire, del encierro que todo lo envuelve.